Fer Cabezas, ese gran ingrato
En Gran Cordero, bajo la apariencia de un dócil y amable ángel se esconde el peor de los diablos. Hablamos de un hombre insaciable en su egoísmo: Fernando Cabezas. Relatemos el orden de los hechos:
por culpa de una desgraciada lesión, la directiva decide organizar varios actos de despedida (cierto que la mayoría de ellos suspendidos a posteriori). Su capricho de jugar como ala-pivot e insultar a los rivales según
cortan por la zona fue concedido sin ningún tipo de queja... no sólo eso, sino que a pesar de no acudir a la gala, se le dejó apostar en la porra de los Oscars.
No sólo se le dejó... ¡se le insistió!... y qué hace este ingrato,
este Alberto Herreros del corderismo... ganar la porra a su querido entrenador y en la última categoría. Bonita manera de responder a la confianza depositada. Amigo Fer, ¿acaso negarás que Seabiscuit era tu película favorita y que sólo
la inquina personal te hizo votar al Señor de los Anillos?. Recupérate de tu operación, disfruta de tu dinero... pero algo se ha roto en el seno del corderismo y no sólo el sujetador de la Rodri.
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