Fer Cabezas consuma su venganza y mancha el baloncesto
ACUSA AL EQUIPO GRAN CORDERO DE DOPAJE ORGANIZADO
Fernando Cabezas, el jugador del equipo Gran Cordero, ha cumplido su palabra.
"Ojo por ojo, diente por diente", afirmó la semana pasada en imd.com.
Y así ha sido, aunque su venganza no ha sido sólo contra su equipo,
que le expulsó por indisciplinado a dos días del final del Trofeo Marca,
sino contra todo el baloncesto de Chamartín, que ha quedado herido
de muerte aunque con un soplo de esperanza si una investigación judicial,
aparte de la estrictamente deportiva, aclara lo sucedido entre Cabezas y el Cordero
y las explosivas declaraciones que, con más pelos que señales, relataba
ayer el ex baloncestista en otro periódico deportivo madrileño.
“No lo hago por dinero, sino por venganza”, explicó la semana pasada en imd.com,
para acabar admitiendo que “en esta vida todo se compra y todo se vende” y que
ya había vendido la exclusiva a distintos medios de comunicación, de los que ya
conocemos uno, aunque los rumores siguen diciendo que hay una televisión de Chamberí
por medio que, si es así, no tardará mucho en salir a la palestra y entrar en acción.
La venganza de Cabezas, en cualquier caso, ha sido desmedida. El madrileño quería
vengarse del equipo que le expulsó del Trofeo Marca por indisciplinado,
pero ha acabado por dinamitar todo el baloncesto. “Yo no acuso a nadie, hablo de lo mío,
de lo que me afecta a mí”, nos había dicho, pero ayer acabó insinuando que en el equipo
Gran Cordero había un sistema organizado de dopaje y que, entre otras muchas cosas, cada jugador,
no sólo él, pagaba 3.000 euros para que una persona del entorno del equipo llevara durante
la liga los productos prohibidos al Moscardó.
No fue eso, sin embargo, lo más fuerte que dijo, ya que explicó cómo y para qué se hacían
las transfusiones y cómo en dos ocasiones, como explicó en imd.com, primero en el la liga y después
en el tres para tres de la Demencia, estuvo a punto de morir por meterse productos en malas condiciones.
Tras explicar, en esto sí, con pelos y señales (y con unas fotos dramáticas) cómo se extraen
algunos baloncestistas sangre para medirse el hematocrito, Cabezas
acusó indirectamente, sin dar nombres, a su entrenador (Guillermo Ortiz) y al
jefe médico (el año pasado Rubén Simón) del equipo de estas prácticas, que por su
gravedad merece una investigación.
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