La noche de los teléfonos
Todo acerca del fin de semana en el que el cargo de Ortiz peligró
La segunda derrota de la temporada, el primero de Noviembre, provocó que el cargo del entrenador
peligrase seriamente. Gracias a la peña Liffey Lambs
han salido a la luz una serie de conversaciones telefónicas entre el Director Deportivo y
un gran número de personas relacionadas con el corderismo
durante aquel fin de semana.
Y es que algo había en el ambiente cuando la noche anterior a la derrota cierto sector de la afición y miembros
del staff técnico y de la plantilla femenina ya contactaron con el Director Deportivo vía telefónica
y a través de mensajes cifrados.
Los acontecimientos, sin embargo, se precipitaron por la mañana. Mientras varios ristocorquios
comunicaban
con Dublín, relamiéndose ante la posibilidad de pescar en tan revuelto río, un pívot de la plantilla
dejaba caer las primeras excusas.
Los momentos más tensos del fin de semana se registraron poco después,
en la conversación que el Presidente tuvo con el
Director Deportivo. "Es una vergüenza. Quiero a Ortiz en un contenedor, como la basura que es".
Tras aclararle a los servicios de inteligencia de la Casa Real Española
que no se refería a esa Ortiz, la intervención de la Presidenta de GCa consiguió que la sangre
no llegase al río, aplazándose cualquier decisión importante hasta la tarde.
Por supuesto la oposición elefantina hizo llegar su malestar a las oficinas de Dublín,
así como afición corderista desde varios continentes, y jugadoras de la plantilla femenina,
temerosas de que el polvorín de la sección masculina afectase a su fantástico inicio de temporada, plasmado
el domingo con una gran victoria.
Entre los jugadores que se comunicaron con el Director Deportivo se encuentra Lechal, encargado
de web y marrones varios. Tratándole más como a un hermano que como a un jugador de la plantilla
G.Á. se permitió aconsejarle: "...y si te hace una falta gorda un rival, tú arrójale el balón. Es casi más
divertido que golpear objetos inanimados."
La esperada conversación de Ortiz con Álvaro llegó por la tarde, quedando
patente el talante de cada uno. No dudó Ortiz en provocar la lástima
de su interlocutor con absurdas excusas ("Ay, qué daño. Es que me he caído. Además que iba tras una mujer
(...) qué pena que ahora se me escapará (...) ¡ah, las mujeres!") para salvar el cargo.
Por otro lado, la confianza en él depositada
pese al lógico toque de atención parece que funcionó para que el Cordero reaccionase apalizando a su rival
a la semana siguiente.
Alegrémonos pues todos de la buena salud del Cordero y de la Cordera, que han sabido sobreponerse a una gran
crisis y ahora enfilan sin dudas la senda de los play-offs. Reconozcamos por otra parte el mérito del
Director Deportivo y dejemos de lanzar falsas acusaciones: De sobra es sabido que los jugadores se
emborrachan solitos sin necesidad de que nadie les enseñe el camino de la pinta de Guinness.
Para el que aún dude, una vuelta por el
Camicace le bastará para comprobarlo.