Miles de muyahidines corderistas dispuestos a todo por vengar la afrenta al Gran Cordero y su profeta Coque
Modorro tuvo que ser frenado por sus compañeros. Quería volver a ver al Marinero Tarugo
Las continuas provocaciones al mundo corderista por parte de Serruchos, La Trouppe, Maravillas, etc. han llegado a un punto de difícil retorno. El último episodio en esta larga serie de insultos a la cultura cordera llegó la pasada semana cuando un semanario serruchil publicó unas caricaturas ofensivas del Cordero y su profeta Coque. Como todo el mundo sabe, la imagen del Cordero y su profeta son sagradas y su profanación está castigada con la muerte o una noche en Dalia viendo clásicos del cine como "Yo hice a Roque III" o "Lo verde empieza en los Pirineos".
Sin embargo, esto no ha detenido a esos malvados paganos y el daño ya está hecho, con lo que miles de corderistas salieron inmediatamente a la calle para clamar contra los enemigos del Cordero, al grito de "Allah Akbar" ("Guille Ortiz es grande", en castellano) con pancartas que pedían la muerte de los infieles y la reposición de Humor Amarillo. Cuando la policía informó a los manifestantes que esta última reivindicación ya estaba cumplida los ánimos parecieron calmarse, pero pronto Modorro ("el-de-los-pies-enormes-y-el-hígado-cada-vez-más-pequeño" en su traducción literal) arengó a la multitud con un sonoro "¿y Pressing Catch, qué?", con lo que la turba acrecentó si cabe su ira.
Javi Molina y Sergi Vargas queman una camiseta de La Trouppe
Tras quemar varias embajadas danesas y noruegas -por error- los corderistas se dirigieron al Consulado de Pradillo con ánimo de inmolar a la promotora, que siempre pone los partidos del equipo a las 10 o las 11,15 y al aire libre, con el fresquito que corre.
Miles de personas se encaminaron hacia el recinto llenos de rabia y antorchas, sólo que, bueno, ya se sabe, Modorro tenía que currar, Simón había quedado con la novia, Carlos no cogía el móvil, Dani Aub tenía que abrir la tienda, Guille Ortiz y Fer Cabezas se fueron a la Ronería, Sergi cogía un avión, Arturo estaba constipado... así que, al final, quedaron sólo cuatro manifestantes más Teresa Molina, ante lo cual Cristina salió del edificio con una bandera blanca y dijo que, con cuatro, el reglamento no permite inmolar a nadie.
Una de las intolerables y repugnantes caricaturas del profeta Coque
A pesar de conceder cinco minutos más por si aparecía Ramos en moto, al final el intento de saqueo quedó en nada, aunque la furia permanece y en cualquier momento puede volver a estallar. Los gobiernos occidentales están muy preocupados, menos los suizos que dicen que ellos no se meten con nadie así que que les dejen en paz de una vez.
El triste episodio de las caricaturas promete seguir coleando mucho tiempo