Caraja monumental ante un buen equipo

Que Maravillas le gane a Gran Cordero no es algo extraño ni nuevo. De hecho, con esta victoria, el equipo amarillo se convierte en el primer rival que consigue ganar dos veces a los lanares en los últimos cuatro años. Hasta ahora nadie había repetido triunfo ante nosotros.

No es fácil decir mucho sobre el partido sólo con el visionado del vídeo, pero por lo que se puede percibir en las imágenes y en las declaraciones de los jugadores, la verdad es que Maravillas pasó por encima de nuestros chicos en la segunda parte de una manera insólita y hasta cierto punto inadmisible.

Insisto: se puede perder contra Maravillas. Son un buen equipo con muchas de las cualidades que le faltan a Gran Cordero: corazón, empuje, concepto de equipo, solidaridad... Tienen menos calidad, desde luego, su juego es alocado y la defensa individual sólo funciona cuando el equipo contrario desiste de atacarla, pero está bien estudiada y saben perfectamente lo que hacen.

Lo primero que hay que hacer cuando se pierde es felicitar a los rivales y eso se hace desde estas páginas.

Se podría hablar también del frío, del arbitraje, de los tiros libres, de que en Alfonso XIII no se debería jugar un partido de baloncesto y menos uno entre dos de los mejores equipos del distrito... pero para hablar de todo eso, antes hay que jugar bien al baloncesto y Gran Cordero no lo hizo.

Pareció hacerlo en la primera parte, pero se benefició mucho de los errores en ataque de Maravillas, con multitud de balones perdidos. Aún así, Simón dirigió bien al equipo, Ramos metió sus tiritos de cuatro metros y se buscó con éxito a Modorro y Carlos. Nada que reprochar y el equipo se fue con quince puntos de ventaja al descanso.

¿Por qué se perdió el partido después? La mayoría de los jugadores apuntaban a la falta de acierto en ataque (13 puntos en toda la segunda mitad) pero lo cierto es que el desastre llegó en defensa (casi 40 en contra en sólo dos cuartos). Maravillas presionó, robó balones, cerró el rebote y corrió el doble. No es que no bajara nadie, pero cada vez que había una transición llegaban tres suyos antes que el segundo nuestro, con el resultado lógico: faltas, canastas fáciles, rebotes en ataque...

El Cordero fue un espejismo de equipo en los dos lados. Sin una voz que gritara, sin un ánimo, sin ninguna confianza en los compañeros. Las jugadas en ataque se limitaron a uno contra tres, y lo peor... el contrario lo sabía y lo forzaba. No hubo movimiento de balón, rotaciones, bloqueos indirectos, cortes... Nada de nada. Al principio, todo consistía en darle la bola a Jaime o Carlos y que ellos jugaran dentro contra el mundo.

Una vez que eso no funcionó se pasó directamente al "me llega la bola y me tiro un triple". ¿Dónde está la solidaridad, el compañerismo, el juego colectivo...? No la había en ataque y no la había en defensa, con los jugadores con las manos caídas, sabedores de que iban a perder porque el equipo contrario se lo dejaba claro con su intensidad, con sus ánimos, con su velocidad...

Puede que Gran Cordero no juegue demasiado bien al baloncesto, y, desde luego, queda mucho que aprender. Pero el domingo no fue una cuestión de baloncesto sino de frescura física y mental. Somos demasiado pocos y dos partidos en un mismo fin de semana agotó al equipo. Nadie corría ni en ataque ni en defensa y sé que no son falta de ganas. Luego, nadie quiso confiar en el otro, todo el mundo quiso salvar el partido por su cuenta y eso es un desastre.

No es cuestión de puntos anotados sino de saber qué es lo que uno hace que beneficia al equipo. Y eso no hace falta que nadie venga a decírselo. Cada uno, que haga su examen de conciencia, que se olvide de sus compañeros y se centre en lo que él hizo mal y aprenda de esto, y todos juntos, hacia adelante. De momento, la primera vuelta ha sido excelente, no vayamos a fastidiarla ahora...

Por cierto, es de justicia señalar que, con todo, y aunque sumaran tres puntos entre los dos, Arturo y Jorge jugaron un excelente partido. Sin errores, sin precipitaciones, sabiendo en lo que podían ayudar y en lo que no. En eso consiste. Eso es un equipo. Sigamos su ejemplo.